El jarabe de arce canadiense, también conocida como miel de maple, se impone en los restaurantes de vanguardia.
Desde el pato glaseado en arce pasando por una 'crème brûlée' al 'foie gras' y al arce, el famoso almíbar canadiense ya no sólo se limita a cubrir los pasteles y gofres sino que ahora se ha lanzado a la caza de los paladares más exigentes.
Se trata de una nueva tendencia inspirada en productores novedosos que asumen como reto, los dueños de los restaurantes y comerciantes hosteleros más vanguardistas de Canadá. Así, en pleno período de cosecha, la Federación de Productores de Arce de Quebec, que provee más del 80 por ciento del jarabe en el mundo, acaba de inaugurar su propia "ruta del arce" en cinco regiones de la provincia francófona. Igualmente, ya son más de treinta comerciantes, identificados por un adhesivo en forma de gota dorada en la vitrina, los que han integrado el jarabe de arce a sus recetas para proponer un recorrido gastronómico a lo largo de todo el año.
En cualquier momento del año se podrá, gracias a esta iniciativa, disfrutar de morcillas, pasteles o cervezas con jarabe de arce. Según Geneviève Béland, directora de la promoción y desarrollo de mercados de la Federación, "el arce es un producto subutilizado en la cocina y es hora de demostrar todo su potencial", agrega.
Las posibilidades gastronómicas de esta savia cocinada no han tardado en seducir a los grandes gurús de la hostelería del mundo que llegan a este país a buscar la inspiración y regresan con nuevos conceptos que integran en sus cocinas.
El segundo importador de jarabe de arce canadiense detrás de Estados Unidos, a nivel mundial es Japón que además integra cada vez más el arce a su oferta culinaria con unos 36 restaurantes en Tokio que proponen especialidades locales como el "oyaki al arce". Por su parte, Alemania, el primer consumidor europeo de jarabe de arce, representaba apenas un 5 por ciento de las exportaciones canadienses en 2006, seguido de Francia con un 2,4 por ciento.
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