Propiedades medicinales de la equinácea

El uso terapéutico de la equinácea se remonta a tiempos inmemoriales, pero es ahora cuando resurge con fuerza en relación con el tratamiento del popular y molesto catarro.

Los nativos de América del Norte le otorgaban un origen sagrado, y la utilizaban frecuentemente por sus magníficas propiedades curativas, incluso en el tratamiento de mordeduras de serpientes y otros animales venenosos.

Sin embargo, su actual relevancia viene dada por su eficacia en el tratamiento del resfriado común, ya que actúa como inmunoestimulante. La planta, que puede llegar a medir algo más de un metro, concentra sus propiedades curativas en la raíz.

Las últimas investigaciones confirman que su uso permiten no sólo prevenir de forma eficaz la aparición del catarro cuando los factores ambientales y los síntomas previos hacen pensar en su cercanía, sino también reducir considerablemente la duración del proceso de convalecencia.

Por otra parte, organizaciones científicas de prestigio le otorgan también un papel importante como antioxidante y estimulador no específico del sistema inmune en general: activa la formación de leucocitos y bloquea la hialuronidasa, enzima responsable de que las infecciones se extiendan por el organismo.

Aunque en menor medida, también actúa como antiinflamatorio y antitérmico, si bien suele contraindicarse su uso durante el embarazo y la lactancia.

En todo caso, constituye quizás el tratamiento natural más completo contra procesos catarrales e incluso gripales, precisamente por la amplitud de acción sobre la totalidad de síntomas asociados a dichos procesos.