Plantas contra el cáncer

El uso de plantas con fines medicinales ha ido cobrando fuerza en los últimos años, hasta el punto de que la industria farmacéutica rinde pleitesía a la fitoterapia en la investigación y desarrollo de nuevos fármacos, para luchar contra enfermedades cada vez más graves y complicadas.

Quizás los dos males que más preocupan al hombre de Ciencia en este siglo XXI sean el cáncer y el Sida. Miles y miles de investigadores han intentado conseguir en el laboratorio remedios que consigan reducir las muertes que, año tras año, sacude los cimientos de la sociedad en todo el globo.

Sin embargo, los últimos logros en este campo no han venido de la síntesis del laboratorio, sino de la Madre Naturaleza. Las plantas han logrado, una vez más, vencer al tubo de ensayo. Es el caso de una planta endémica del Himalaya llamada Andrographis Paniculada que ha revelado su utilidad en el tratamiento tanto del cáncer como del Sida. Dicha utilidad se debe, fundamentalmente, a su magnífica condición de potenciador del sistema inmunológico, auténtico centro del ataque viral en ambos casos.

La Andrographis Paniculada es, por tanto, lo que se conoce como un "adaptógeno", denominación reservada a las plantas cuyas propiedades inciden positivamente en el sistema inmunológico mediante la estimulación de los procesos de autoregeneración celular a la vez que ayudan a utilizar las reservas energéticas al máximo de su capacidad y, por último, a aumentar la resistencia tisular.

Los inmunoestimulantes –entre los que destacan la citada Andrographis Paniculada y la Echinacea Purpurea- podrían llegar a convertirse en una alternativa o al menos en un coadyuvante de la quimioterapia y pueden ayudar a prevenir infecciones al activar al sistema inmunológico en personas cuya respuesta inmunológica haya sido menguada. De ahí que, en el caso que nos ocupa, constituya una evidente e importantísimo avance en el tratamiento contra el cáncer o el Sida.