El cuidado de los pies: realidad y mitos

La mal llamada "cultura" popular genera, en demasiadas ocasiones, mitos surgidos de rumores que terminan por incorporarse a la sociedad, como verdades incuestionables, a pesar de la dudosa fiabilidad de su origen. En lo que al cuidado de los pies...

La mal llamada "cultura" popular genera, en demasiadas ocasiones, mitos surgidos de rumores que terminan por incorporarse a la sociedad, como verdades incuestionables, a pesar de la dudosa fiabilidad de su origen. En lo que al cuidado de los pies respecta, mitos los hay y, a cuál de ellos, más peligroso y erróneo.

Uno de los mitos más arraigados lo constituye la absurda creencia de que, tras un grave traspiés que nos produce un gran dolor en el tobillo, la prueba de si está roto o no lo marca el hecho de si podemos apoyar el pie en el suelo o no. Según este mito urbano, si el pie lo podemos apoyar e incluso caminar, definitivamente el tobillo no está roto. Pues bien, esta aseveración no es cierta. De hecho, es posible apoyar el pie e incluso caminar, ya que tanto el hueso como el músculo pueden funcionar como amortiguadores, pero eso no significa que el tobillo no esté roto o que sea recomendable caminar en tales circunstancias. Lo más prudente es inmovilizar el pie y no apoyarlo hasta visitar al traumatólogo.

Otro mito muy extendido entre nuestra sociedad tiene más que ver con la forma de hablar o de denominar a aquellas cosas que no conocemos demasiado bien. El médico no puede arreglar la rotura del hueso en un dedo del pie –como tampoco en ningún otro hueso del cuerpo-. En todo caso, la acción de un cirujano cobra sentido cuando el hueso roto no está alineado y se precisa una intervención para colocar el segmento descolocado en su sitio y, unirlo, al otro para, de este modo, facilitarle al organismo la reparación de dicha rotura; reparación que, no lo olvidemos, lleva a cabo de forma natural nuestro propio cuerpo.

Otro gran mito es que determinados tipos de zapatos, también pueden producir juanetes, lo que es rotundamente falso. Si bien un calzado demasiado estrecho puede acentuar el dolor causado por los juanetes, el origen de esta molesta inflamación hay que buscarlo en malos hábitos posturales –la llamada postura del pato, con los pies en ángulo-.

Todos estos ejemplos son sólo algunos de una larga lista de creencias falsas en torno a los pies, como la que asegura que los callos tienen raíces. Con todo, en lo que a los pies respecta, lo mejor es consultar siempre al médico y no dejarse llevar por la cultura de la calle.

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