El entorno de trabajo influye en nuestro subconsciente de forma importante, tanto que puede condicionar nuestro estado de ánimo y contagiar a los que nos rodean, ya sea en un sentido positivo o negativo.
Si el entorno laboral es agradable y positivo nos embargará el optimismo pero en caso contrario se apoderará de nosotros, el pesimismo y la negatividad, contagiados por estas sensaciones similares a los virus.
Daniel Goleman habla de un conjunto de estudios sobre el contagio emocional que se produce al llegar a determinados entornos sociales. Tanto las buenas como las malas vibraciones se contagian o influyen como el peor de los virus. Así, unos expertos en emociones realizaron una prueba muy sencilla: enseñaron una fotografía de una persona con expresión de angustia y pudieron observar que a los pocos segundos, las personas que la habían visto sintieron la misma emoción, sensación de angustia. Habían sido contagiados pero además al observar un análisis de tomografía cerebral del sujeto de la foto y de las personas que observaron la fotografía, encontraron que tenían las mismas áreas del cerebro activadas.
En otro estudio, actores profesionales aparentaron ser empleados en diferentes equipos de una empresa, unos positivos y otros negativos en cuanto a sensaciones se refieren. Los datos demostraron que, en los grupos de actores con rol negativo, el ambiente terminó siendo negativo. Y en los grupos donde los actores actuaban de forma positiva, el ambiente terminó siendo positivo. Igualmente, si la actitud del jefe es positiva, también lo es la de sus empleados y al contrario.
Por tanto, la conclusión es evidente: las emociones se contagian, sean positivas o negativas. Por todo ello, las malas vibraciones nos convierte en más vulnerables a todo tipo de enfermedades, de ahí la necesidad de saber controlar nuestras emociones para alcanzar el camino de las cosas positivas ya que ser positivo ayuda a desempeñarnos mejor, contagia de optimismo a los demás y contribuye a crear un ambiente laboral saludable para todos.
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