Como una red de carreteras para un territorio, los pasillos son considerados por el Feng Shui como las auténticas vías de comunicación energética en nuestro hogar.
Podríamos decir que se trata del sistema circulatorio de nuestra casa, ya que su función principal es la de comunicar los distintos habitáculos que la conforman. Para el Feng Shui, por tanto, su correcta disposición y uso, cobra una importancia crucial en la configuración de nuestro hogar, ya que pueden favorecer o entorpecer el flujo energético vital, dependiendo de ciertos pequeños detalles a tener en cuenta.
Abundando en la metáfora, de igual forma que el sistema circulatorio comienza a causar problemas cuando la sangre no fluye libremente, nuestros pasillos no deben acumular obstáculos que entorpezcan la circulación de energía o que impidan que ésta, llene cada rincón del espacio, en el que vivimos.
Tampoco deben ser demasiado largos. Un tránsito excesivamente prolongado desvía y dispersa el flujo energético, además de impedir la continuidad y la homogeneidad de nuestra actividad en el tránsito desde el punto de origen al de destino. En todo caso, los pasillos demasiado largos pueden ser mejorados si disponemos en zigzag de objetos decorativos no demasiado ostentosos.
Otra característica común a los pasillos es su falta de iluminación. Suelen ofrecer una imagen de oscuridad que no favorece precisamente un tránsito agradable o positivista. Muy al contrario, la asociación inmediata que en nuestro subconsciente tenemos de un pasillo es un punto oscuro que debemos dejar atrás, lo antes posible.
En definitiva, el aspecto que deben ofrecer los pasillos es el de amplitud y deben aportar alegría y dinamismo, ya sea a través de los colores que visten sus paredes, luz abundante o a través de elementos decorativos de formas y contenido agradables.
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