Comer sin engordar no es un sueño, es una mutación genética, según una reciente investigación.
La eterna cuestión de cómo actúa nuestro organismo cuando ingerimos alimentos y su influencia en nuestro aumento de peso no deja de ser una cuestión de genes, según diversos estudios sobre la materia. La pregunta de ¿porqué engordo mientras otras personas ingieren las mismas cantidades de comida y están como sílfides? se resuelve, según estos datos, por una cuestión genética. Cada persona tiene su propia constitución, metabolismo y su organismo actúa de forma diferente ante la ingesta de alimentos, razón por las que unas personas engordan y otras simplemente no se afectan en su peso.
La respuesta podría estar en la genética, que siempre se adapta, dicen los expertos, a las variaciones de la dieta. De hecho, Nature Genetics y The New York Times se han hecho eco de un estudio de las Universidades de Arizona y California y señalan que el genoma humano ha reaccionado a todas las variaciones dietéticas de la especie, a lo largo de la historia.
Según estos estudios, los cambios en la dieta han sido incluso revolucionarios según las épocas, como es el caso de la prehistoria humana, cuando se pasó de comer sólo fruta a ingerir carne. Este momento, coincide con la separación de facto de los hombres, con respecto a sus ancestros, los chimpancés. Éste fue el momento en el que el ser humano comenzó a necesitar muchísima más energía para alimentar un tejido cerebral tres veces superior.
Así, el estudio señala que el organismo se adapta a lo que come con la finalidad de sacarle el máximo partido; esto es, de optimizar los recursos obtenidos. Por ello, los investigadores señalan que las comunidades humanas con dietas más ricas en almidón (como los japoneses) producen mayores cantidades de amilasa, una enzima que descompone el almidón en glucosa para su absorción.
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