Ayer estuve gestionando la actualización de mi permiso de conducir en un centro de exámenes psicotécnicos. Para mí resultaba muy urgente ya que en esta ocasión se me había pasado el plazo y me era imprescindible disponer de un documento acreditativo para poder conducir y evitarme cualquier tipo de multa.
Ya me había informado el día anterior de horarios y al llegar al lugar en cuestión un hombre muy amable me dijo que tenía 2 horas de espera y ya veríamos qué sucedería. Su lenguaje no verbal me decía que mejor marcharme y volver en un día que tuviesen menos gente. Me aconsejó de palabra otros días e incluso otros horarios. El cuadro que me pintaba era poco halagador.
Me paré y estuve a punto de olvidarme por ese día, durante un minuto pensé en echarme atrás. Ahora bien, había pagado el parquímetro, además organizado a mi hijo para disponer del tiempo y tenía una necesidad imperiosa de disponer de un documento para el coche que me permitiese circular. Observé la sala de espera. Mi intuición y una sensación en el estómago me inducían a quedarme. Pese a lo que suponía estar ese tiempo y que mi hijo insistía en que lo olvidase y se quejó durante los treinta minutos que compartió conmigo decidí que me quedaría, fuese como fuese ese día quería tener mi documento.
¿Cuál fue la sorpresa mayor? Una hora después de estar esperando me atendieron, los test y trámites duraron poco menos de treinta minutos y cuando salí con mi propósito cumplido todavía tuve tiempo de recoger a mi hijo de su clase.
En resumen, se cumplieron 3 premisas muy importantes para lograr un objetivo:
- Saber qué quieres exactamente y creer en ello por encima de lo que dicen las circunstancias.
- Superar los miedos y frenos, estando dispuesto a traspasarlos.
- Dudar y cuestionar algunas informaciones ya sean propias o ajenas.
El resultado, yo conseguí lo que deseaba. Y tú, ¿estás también dispuesto de verdad a conseguir lo que deseas?
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