Con demasiada frecuencia, los avances tecnológicos dirigidos a aumentar el bienestar del hombre conllevan una voracidad extrema con la propia Naturaleza que, a la postre, se vuelve en su contra.
Las denominadas medicinas naturales, entre las que sin duda destaca el Ayurveda, preconizan un estilo de vida basado en la sintonía con el medio ambiente. El argumento es muy sencillo: difícilmente conseguiremos alcanzar salud y bienestar si damos la espalda al medio en el que vivimos y nos movemos y que, nos guste o no, hace posible nuestra existencia.
Un ejemplo muy ilustrativo lo constituye el uso de edulcorantes artificiales o sustancias obtenidas mediante complejos procesos químicos de síntesis, en la creencia ciega de que consiguen mayor eficacia a la hora de reducir los aportes calóricos de nuestra dieta. Si bien, es cierto que aportan menos calorías, no lo es menos que su uso cotidiano aumenta el riesgo de padecer todo tipo de patologías en edades cada vez más tempranas.
Con estos elementos en la balanza, no resulta difícil elegir entre las calorías y nuestra salud. El uso de edulcorantes naturales, como la caña de azúcar, la miel o los dátiles son una buena opción ya que el posible exceso de aporte calórico puede ser compensado con la reducción en otro apartado de nuestra dieta o simplemente mediante la práctica de ejercicio.
Otro ejemplo clarificador lo constituye la leche descremada, que como contrapartida a los beneficios que se le suponen provoca una mayor retención de bilis que puede desembocar en la aparición de cálculos biliares.
En definitiva, nuestra salud bien merece pensar a largo plazo y no dejarse llevar por el beneficio momentáneo. Volver nuestra mirada a la Naturaleza y dirigir nuestros pasos hacia una mayor sintonía con sus reglas equivale a garantizarnos una mejor calidad de vida, lo que en términos sanitarios se traduce en una salud radiante y más duradera.
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