Las gambas y los langostinos son un placer para el paladar y presentan beneficios contrastados para nuestra salud. Pero, aunque pueda resultar extraño, precisamente lo que no comemos de estos crustáceos, como son los caparazones, también presentan beneficios para nuestra salud, especialmente para controlar el sobrepeso.
Esta acción beneficiosa se debe a una sustancia llamada "chitosan", que procede de la chitita, un polisacárido que se encuentra en el exoesqueleto de diversos crustáceos, como las gambas, la langosta y el cangrejo, y cuya presencia en nuestro organismo en el momento de la digestión, actúa como agente inhibidor en la absorción de grasas. En este sentido, se ha demostrado que esta baja absorción de grasas por parte del intestino se traduce en un aumento de dichas sustancias justo en la expulsión sin que por ello surjan problemas como la esteatorrea.
De hecho, algunos estudios realizados demuestran que el chitosan, asociado a una dieta hipocalórica, multiplica la incidencia de ésta en lo que se refiere a pérdida de peso. En personas con hipercolesterolemia, además, el efecto del chitosan parece ser aún mayor.
No obstante, no conviene caer en la tentación de considerar al chitosan la panacea para perder peso. Como ocurre con casi todos los tratamientos de Fitoterapia, es conveniente consultar siempre al médico antes de iniciar una dieta. No todas las personas presentan las mismas condiciones.
Es vital tener en cuenta que el uso de chitosan puede provocar una deficiencia en los aportes de grasas al organismo, aporte que, por otra parte, es necesario hasta un nivel determinado dependiendo dicho nivel de las características de cada individuo-. Por ello, su uso no debe realizarse de forma continuada, ni tampoco en dosis excesivas.
Resulta muy útil, por otra parte, su combinación con la ingesta de extractos de ciertas plantas para que la dieta quede compensada y su aplicación resulte realmente útil.
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