A lo largo de los siglos, toda cultura predominante ha tenido sus peculiaridades en cuanto a modas y gustos se refiere. Nuestra antigüedad clásica (Grecia y Roma) llegó a refinamientos gastronómicos ignorados hasta entonces por Occidente. Pero en el ámbito de las bebidas, nuestros antepasados se centraron básicamente en el vino.
Aunque en aquellos tiempos ya se puede decir que había "denominaciones de origen" (Corintho, Rodas), realmente los vinos no tenían la pureza con que hoy se presentan en el mercado. Aquellas bebidas eran fermentos de uva, a los que añadían miel, o mirra, o hierbas aromáticas. Dulces y calientes, eran brebajes dionisíacos para las celebraciones sagradas y profanas.
Con la caída del Imperio Romano y la invasión de los bárbaros, toda Europa sufrió un serio retroceso cultural, y por consiguiente, un empobrecimiento en lo que se refiere a placeres y sutilezas culinarias.
Pero el destino juega con aspectos insospechados, y en nuestro suelo ibérico, aquellos visigodos arrianos (no trinitarios), propiciaron el establecimiento en nuestro país de otras gentes, también de fe unitaria, que se denominaban musulmanes. Muy pronto se fundieron con la población autóctona, que vio fortalecida su fe con este nuevo empuje, y que dio como resultado la cultura andalusí.
Este nuevo foco cultural supuso un glorioso avance, no sólo en filosofía, ciencias y arte, sino también en el saber culinario. Aún comemos y bebemos el producto de recetas de entonces.
El comercio de las especias, a las que tan aficionados había sido los árabes preislámicos, se intensificó, enriqueciendo la gastronomía andalusí hasta niveles desconocidos. De tal manera que nuestra cocina superó en calidades a la persa y bizantina, que eran el no va más de la época. El tono vital de aquellas sociedades y el floreciente comercio, trajeron la mostaza, el jengibre, la canela, la galanga, la nuez moscada, el clavo, el cardamomo, el comino, el azafrán, etc.
Producto de esta incorporación de especias exóticas al consumo andalusí, fueron los "xarab" de donde proviene la palabra jarabe. El xarab era un cóctel de frutas, especias, flores y hierbas del más diverso perfume y sabor.
Otro de los innumerables vocablos heredados de la cultura andalusí es la palabra sorbete (del árabe sherbet). En los largos y calurosos veranos de Al-Andalus, se mitigaban los rigores del sol con esencias de flores y frutos, mezclados con agua fría o con hielo. Para ello (hablamos especialmente del reino de Granada), excavaban pozos de diez metros de profundidad, donde metían la nieve de Sulayr (Sierra Nevada), que les duraba hasta el mes de julio. Si el pozo era de veinte metros, el depósito de hielo duraba todo el año.
Tanto la corte como el pueblo, eran amantes de los placeres que la imaginación y los bienes de la tierra proporcionaban.
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