El perfume en el Antiguo Egipto, un lujo solo para la realeza
No cabe duda de que el perfume era un lujo que la clase trabajadora no podía permitirse, y debían conformarse con alguna crema corporal perfumada con balanites, o un cono de perfume en circunstancias muy especiales.
La única forma de perfume a la que tenían acceso eran las propias flores y hierbas en estado natural que podían macerar en aceite o grasa de manera casera. Como contrapartida a la austeridad de la población, se sabe que Cleopatra gastó en una ocasión 400 denarios en ungüentos tan sólo para suavizar y perfumar sus manos.
El caso de los ungüentos era diferente, ya que les eran necesarios para que su piel no sufriera los efectos de la sequedad ambiental. Pero estas pomadas normalmente no estaban perfumadas y sus usuarios debían tolerar el olor a rancio que sin duda despedían las grasas. Para estas cremas meramente hidratantes utilizaban el aceite de sésamo (neheh) y el mal llamado aceite de castor.
Y digo mal llamado porque la mayoria de los autores traducen del inglés castor oil sin pararse a pensar que no parece muy probable que tales animalitos vivieran en Egipto. El nombre latino del castor oil es Ricinus Comunis. La traducción al castellano es más que evidente. Se trata de aceite de ricino, concretamente de las bayas, y que hoy en día se sigue utilizando en las pomadas para las escoceduras de los bebés. Aunque le sigan llamando aceite de castor.
También las grasas animales tendrían su lugar para suavizar las epidermis de los trabajadores tras largas horas de exposición al sol. Estos ungüentos básicos fueron utilizados como medio de salario, junto con el grano, la cerveza, o las piezas de tela. Entre los aceites más comunes estaban el llamado segenen (ungüento o aceite) que igual valía para el cuerpo y para las mechas de las lámparas. También usaron el aceite de moringa, que era mucho más apreciado que el de sésamo, pero que no estaba al alcance de la gente del pueblo.
Todos hemos oido hablar de la primera huelga de la que se tiene noticia y que se produjo en época de Ramsés III, cuando el gobierno se retrasó en el pago de estas materias básicas, provocando la protesta de los artesanos de Deir el Medina, quienes dependían exclusivamente de estas raciones para su supervivencia, puesto que en la aldea no se cultivaba la tierra, y los hombres estaban empleados en la decoración de las tumbas reales.
"...Estamos aquí a causa del hambre y la sed. No hay vestidos, ni ungüentos, ni pescados, ni verduras. Contádselo al faraón nuestro buen señor y contádselo al visir nuestro superior para que nos sean enviados alimentos...".
Los obreros, entonces, decidieron dejar de trabajar hasta conseguir el compromiso de los gobernantes de que se les pagaría todo lo que se les debía. Todo ello quedó reflejado en multitud de ostraca y sobre todo en el Papiro de la Huelga, conservado en el Museo Egipcio de Turin.
Esto no hace sino poner de manifiesto la gran importancia que tenía el cuidado de la piel para los egipcios, quienes, además de una mera hidratación de la piel, también contaban con auténticas cremas de belleza que podrían compararse a las de hoy en día. Veamos si no unos ejemplos.
Las cremas de belleza de los egipcios
En un enterramiento de princesas de la Din. XVIII se encontraron unas vasijas que contuvieron algo parecido a una crema limpiadora. EL análisis posterior reveló que se trataba de una composición de aceite y tierra caliza, posiblemente yeso. El yeso y la arcilla son elementos que aún se usan en la cosmética moderna por su efecto suavemente abrasivo y purificante de la piel.
También contaban con cremas "reafirmantes" compuestas de natrón rojo, sal del norte y miel. Algunos autores hablan de un cuarto componente que sería el polvo de calcita o alabastro.
Y estas cremas se completarían con la crema "antiarrugas" cuya fórmula sería resina de incienso, cera y aceite de balanites molido y mezclado con el jugo fermentado del junco. Esta mezcla debía aplicarse en la cara cada día. Encontramos hasta cinco fórmulas de crema antiarrugas, aunque no siempre podemos conocer todos los ingredientes, que ciertamente, son muy curiosos, como por ejemplo:
- aceite
- goma
- polvo de huevo de avestruz
- bedet (una variedad de trigo)
- y bilis de buey
Otra receta habla de un agua llamada kebu, polvo de calcita, goma y frita verde, todo ello hecho una bola y empapado en leche de mujer...Como verán las recetas no pueden ser más sorprendentes.
El que hayan aparecido estas fórmulas nos demuestra igualmente la preocupación que sentían los egipcios por mantenerse jóvenes de aspecto. Realmente esto no debiera haberles preocupado demasiado, visto la corta esperanza de vida que tenían, que no iba más allá de los cuarenta años. Pero incluso a esa edad tan joven, la piel podía presentar un aspecto maltratado debido a la agresividad del clima.
No dejaremos de nombrar a la más caprichosa de las reinas egipcias, Cleopatra, de quien se dice que se bañaba en leche. Si esto es verdad, las proteinas grasas de la leche debieron hacer maravillas en su piel.
2 Comentarios en "Los perfumes profanos y las cremas en el antiguo Egipto"
BUENO ESTO ES ALGO MAS PARA LOS CONOSIMIENTOS QUE YA POSEO, GRACIAS.
Muy utíl, me podría recomendar bibliográfia, sobre este tema , por favor
Gracias
Saludos