¿Cómo hacerlo? Aquí te doy la fórmula.
- Trabaja para una causa, no para una empresa. Cuando has descubierto y pones a trabajar tu misión de vida, te vuelves imparable. El deseo por expresar lo que tú eres te arrastrará de tal forma que las adversidades más grandes no te impedirán conseguir tus aspiraciones más altas.
- Sé previsor. Cuando quieras conseguir cosas importantes, pregúntate: ¿qué pondría en riesgo mi plan? No se trata de tener una visión pesimista de la situación, sino de que en este mismo instante apuntales tu proyecto para aumentar la probabilidad de que se sostenga con el tiempo.
- Ten un pensamiento enfocado a soluciones. Conozco ejecutivos que se “clavan” en los problemas, los analizan, los desmenuzan, los cortan en pedacitos pero… no son capaces de generar una sola solución ante el obstáculo.
Por cada obstáculo piensa cómo rodearlo, caminar encima de él, cortarlo a la mitad ó prevenirlo para que no se vuelva a presentar.
- Nutre tu mente con pensamientos positivos. No hay nada mejor para reducir tu determinación que tener pensamientos negativos y pesimistas.
Ser positivo no significa ver las cosas de color de rosa. Significa que eres consciente de que tienes habilidades y recursos personales para sacar adelante el reto que tienes enfrente.
Lleva a la práctica estas recomendaciones que te doy. Pero para que te funcionen tienes qué convertirlas en un hábito. Depende de ti.
¡Tienes el poder de superar tus propios límites!
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