No renunciar a la dieta en Navidades

Cómo no abandonar la dieta con las fiestas por delante

Llegan las fiestas navideñas y con ella, los excesos alimenticios de los que luego nos arrepentimos, pero si estamos realizando una dieta, es muy conveniente mantenerse firme en nuestras convicciones, huyendo de los atracones.

La semana navideña está repleta de oportunidades para disfrutar de la buena mesa; esto es, de los atracones, sentadas interminables a la mesa, de los excesos irresponsables, de la copita continuada, de las veladas interminables y claro, en enero es cuando nos damos cuenta de las barbaridades cometidas, con esos kilitos de más que afloran en nuestra figura o con aquel pantalón que ha dejado de servirnos porque se ha quedado pequeño.

Por todo ello, no podemos olvidar que tan sólo una cena copiosa y exagerada, sumada a la ansiedad propia de la época del año, puede echar por la borda el esfuerzo de meses de esfuerzo realizando dietas, ejercicio físico y control de peso continuado. Por todo ello, es muy importante extremar las precauciones durante estas fiestas para saber ingerir lo justo, lo que demanda nuestro organismo, sin más atracones y sin renunciar por ello, a determinados caprichos que eliminen de raíz la posible ansiedad generada cuando veamos al resto de personas atracarse indiscriminadamente a lo largo de las numerosas sesiones festivas que se dan en navidades.

Estos excesos o atracones indiscriminados suelen representar el fin de la dieta que lleva implícita, de nuevo, la necesidad de comenzar al día siguiente, otra nueva. Sin embargo, existe un grave problema y es que al ganar uno o dos kilos, las esperanzas de bajar de peso se difuminan y es cuando se torna muy difícil retomar la línea de conducta que se tenía antes de estos excesos.

Además, los especialistas señalan que quedar atrapado en un círculo vicioso que alterna "restricción y exceso" es un riesgo, porque genera cambios bruscos de conducta, de metabolismo, de personalidad que complica la reinserción rutinaria o la vuelta normal a la dieta y a los ejercicios a los que estamos acostumbrados y es que, a los cambios anímicos se añade un componente de estrés que complica este regreso natural a la dieta ordinaria.

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