Existen tres principios fundamentales que debe respetar toda vivienda ecológica: la producción de energías limpias renovables, la eficiencia energética y el ahorro de energía.
Por eso, toda casa construida bajo estos parámetros debería contar con su propia instalación de generación eléctrica, colocando por ejemplo paneles fotovoltaicos sobre los tejados para utilizar la energía solar.
La energía solar fotovoltaica puede aplicarse directamente al bombeo del agua, la alimentación de electrodomésticos y para producir agua caliente, reduciendo en este último caso entre un 40 y un 80% el consumo energético con relación a las metodologías convencionales.
Este tipo de energía también puede aplicarse en los sistemas de calefacción por radiadores o de suelo radiante.
La energía eólica es otra alternativa, contemplándose la instalación de aerogeneradores. Existen distintas posibilidades, pero las más avanzadas en este punto son las instalaciones eólico-fotovoltaicas, que combinan ambos recursos renovables, obteniendo un suministro eléctrico integral para la propiedad.
La biomasa puede ser una tercera opción, ya que permite, mediante el aprovechamiento de materiales vegetales como residuos de madera, la producción de combustible. Este puede ser utilizado en sistemas de calefacción y calentamiento de agua, aunque también puede convertirse en electricidad.
En los casos en los cuales la bioconstrucción se ubica en cercanías de cualquier cauce de agua, es posible instalar un canal con una microturbina y un generador, creando así una pequeña central hidroeléctrica casera, de la que puede obtenerse energía eléctrica y mecánica.
Otro punto que no puede dejarse de lado es la utilización de tecnologías eficientes que posibilitan el ahorro energético, como es el caso de las bombillas fluorescentes de bajo consumo o los tubos fluorescentes. Lo mismo sucede con los electrodomésticos, debiéndose escoger los de menor consumo. Estos se identifican mediante la etiqueta de eficiencia energética, debiendo indicar una categoría "A" o "B".
Como conclusión, es importante tener en cuenta que ninguna energía limpia o tecnología eficiente reemplaza al ahorro, que debe ser una actitud constante en estos tiempos. Mantener hábitos positivos, como apagar artefactos que no estemos utilizando o encender las bombillas y lámparas únicamente cuando las necesitemos, es la mejor manera de contribuir al cuidado del recurso y del medio.
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