Las infusiones de plantas aromáticas son consumidas cada día por más gente; lejos de la creencia popular de ser específicas para la tercera edad.
Tradicionalmente, las tisanas se han asociado a la tercera edad pero nada más lejos de la realidad. Ahora, las infusiones de todo tipo de aromas se extienden a todos los grupos de edad y cada vez es más normal ver como en los bares se hacen eco de este aumento importante en su consumo diario.
Ahora, una gran parte de los grandes cocineros más importantes las incluyen en sus cartas. Y es que ingerir una tisana al final de una buena comida supone el placer de saber que se va a degustar agua perfumada, digestiva y sabrosa a nuestro paladar que nuestro organismo agradecerá, no sólo por sabor sino por el bienestar que nos reportará.
La infusión restablece el equilibrio orgánico y comienzan a funcionar sus efectos beneficiosos para determinados estados anímicos. Así, la manzanilla amarga nos relaja y tranquiliza. La salvia y el romero proporcionan el cuidado digestivo que necesitamos tras la ingesta de alimentos. Por su parte, el serpol tiene la virtud de calmar la embriaguez, mientras que el tomillo se está convirtiendo en la infusión de moda, apartándose un poco del exclusivo uso culinario como condimento tradicional que se la ha venido otorgando. Si además podemos procurarnos amapola podremos calmar determinados dolores o incluso mejorana para dormir bien o menta fresca para vigorizar un día agotador. Quedará la infusión reina, el té que es tónico y cuando está caliente favorece la digestión.
Conviene saber que estas plantas aromáticas contienen aromas muy concentrados y por ello bastará ingerirlas en poca cantidad y siempre teniendo en cuenta que cuanto más frescas, mejor. Además, son tan perfumadas que generalmente no será necesario modificar su gusto añadiéndole azúcar.
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