Qué es la enfermedad para la medicina natural

Concepto, causas y tratamientos

La enfermedad más que un mecanismo de destrucción, es una respuesta normal del organismo ante una agresión, encaminado a la autocuración. Descubre más sobre este enfoque en este artículo.

¿Qué es la enfermedad para la medicina tradicional occidental?

La enfermedad es "una serie de fenómenos observables en el organismo y producidos a expensas de una lesión". Es así como nos han trasmitido la idea de enfermedad desde el punto de vista “científico” y por varias generaciones se ha aceptado como aforismo la idea de que “no hay enfermedad sin lesión”.

Esta afirmación, aunque modificada en varias formas por ser demasiado clásica, ha sido utilizado para entender el proceso patológico dentro de estos términos, considerando como constitutivos tanto los energéticos como los materiales.

La fisiología normal realiza esos cambios, pero sin que estas variantes transformen o trastornen aquellos elementos constitutivos. Cuando estos se alteran se produce una lesión, por lo que es lógico y forzoso que exista una disfunción que sobrepase la tolerancia o los límites de la fisiología normal, es necesariamente una alteración evidenciable de la forma o naturaleza de estos elementos constitutivos.

Lo cierto es que, de acuerdo con los alcances de los últimos descubrimientos, siempre es posible referirse a determinados elementos básicos o formativos a considerar en las células, órganos y sistemas reiterando que la alteración estructural es lo que constituye la lesión.

El enfoque de la medicina natural

La acupuntura, al igual que otras formas distintas de medicina natural, aunque tiene una definición un poco distinta de lo que es la enfermedad, acepta y hasta cierto punto diverge de los conceptos clásicos que la medicina ortodoxa ha regido como patrones a través de la historia.

Por otro lado, para la medicina bioenergética, la enfermedad es una alteración del equilibrio que mantiene la homeostasia en el organismo a expensas de la invasión de factores patógenos de diferentes orígenes y no siempre se va a traducir o justificar una lesión o daño estructural determinado.

Es frecuente que los médicos formados por las escuelas occidentales en un gran número de ocasiones no encuentren la causa que justifique la presencia de alteraciones observables en el ser, aún cuando se realicen exámenes complementarios apoyados en una tecnología ultramoderna.

La causa esencial radica en que las alteraciones bioenergéticas instaladas progresivamente no causan daños orgánicos, pero si disfunciones que pueden producir una gran variedad de síntomas y signos los cuales son fácilmente interpretables por los médicos tradicionales.

Aquí nos obligamos a considerar a todos los seres como están en la realidad o por lo menos lo que estimamos como ella, es una existencia en conjunto en que la acción del uno deriva de la del otro y corresponde a la de todos. El uno es la parte del todo y él todo es uno solo reflejado en cada uno; siempre proporcionalmente. La proporción es precisamente la base del equilibrio que es indispensable en la integración del todo.

El ritmo se establece sobre el equilibrio, y por ello el desorden de la más mínima parte debe ser absorbido de inmediato por el próximo, cuando no puede ser remediado en el momento dentro de la posibilidad de la cosa desarmonizada dentro de sus límites.

Por ello la naturaleza del hombre, como parte de toda naturaleza tiende a equilibrarlo cuando se desordena, tiende a curarlo cuando se enferma, lo impulsa a volver al orden cuando se ha desarmonizado. Reconociendo que la naturaleza se define como un conjunto de fuerzas, leyes o principios que mantienen lo creado.

La enfermedad es un modo de ser del organismo vivo, es un estado existencial tan fisiológico y tan completo como el estado de salud; más intenso desde luego, en su dinámica y complejidad pues presupone exageraciones e inhibiciones de imnúmeros elementos que por razón natural emplean mayor energía y producirán repercusiones inevitables en todo el organismo, el psiquismo y hasta él YO más profundo del hombre.

Este estado de existencia está constituido por una serie de fenómenos defensivos que la naturaleza produce con la tendencia al reequilibrio.

La acción permanente de las causas morbosas sólo puede aceptarse produciéndose cuando es eficiente el desequilibrio desorganizador, una serie de acciones defensivas a través de los múltiples y maravillosos mecanismos bioenergéticos de los diferentes órganos y sistemas, conjunto admirable de fenómenos que constituyen la enfermedad.

En síntesis:

  • La enfermedad más que un mecanismo de destrucción, es una respuesta normal del organismo ante una agresión, encaminado a la autocuración del individuo.
  • Los síntomas y signos no son más que la traducción de la respuesta normal de los diferentes órganos y sistemas ante una determinada agresión, por ende su paleación inhibe la capacidad de curación del propio cuerpo.
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