Los modos en que los padres ponen límites a sus hijos fueron cambiando según la época. Se ha representado a los niños y adolescentes desde diversas perspectivas, y el papel de los padres ha ido cambiando en sintonía. Se les ha retratado como criaturas salvajes que necesitaban ser civilizadas o bien como páginas en blanco, material que debía manipularse de la forma más conveniente.
Así, padres y maestros ponían límites a través del castigo físico. También han sido representados como seres buenos por naturaleza, que maduraban mediante el estímulo y la educación, en este caso, entonces, los padres no ponían ningún tipo de límites.
Transcurrido el tiempo, nuestra forma de tratarlos ha cambiado. A partir de entender que las familias están organizadas por reglas, podemos ver que estas son dispuestas y acordadas por las mismas, pero reciben influencia de lo transmitido por las familias de origen y por el contexto socio-cultural.
La familia como entidad social transitó todos los tiempos, pero actualmente la autoridad patriarcal clásica ha desaparecido, siendo remplazada por el concepto de una autoridad flexible, racional. Se espera de los padres que comprendan las necesidades del desarrollo de los hijos y que expliquen las reglas que imponen.
Muchos piensan que poner límites significa demostrar rigor o falta de cariño hacia los hijos. Sin embargo, es tan perjudicial no poner límites como ponerlos constantemente. Los límites proporcionan una idea de la realidad, estimulan el aprendizaje de control de impulsos, advierten sobre la existencia de peligros exteriores, llevan conciencia sobre las propias acciones.
Las familias de hoy poseen un modelo dinámico basado en la flexibilidad de roles y en la creatividad de las normas. Ser padre ya no equivale más a ser el principal proveedor económico de la familia, el responsable de la educación moral y espiritual, el único encargado de ejercer la autoridad. Ahora, los dos integrantes de la pareja son capaces de llevar adelante la familia y de contener a los hijos afectivamente, y ambos pueden y deben poner límites.
Se puede concluir entonces que para que funcionen las relaciones dentro del ámbito familiar, hace falta una jerarquía: los padres tienen la autoridad y establecen las reglas, pero esto no significa autoritarismo, sino una guía que los hijos necesitan para su desarrollo.
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