Los elementos que conforman técnicamente a la expresión musical (ritmo, armonía, melodía, tono) pueden afectar positiva o negativamente a cualquier persona.
De esta manera, mientras un tono agudo nos tensiona, los acordes menores de una armonía nos llevan a la nostalgia y los ritmos pausados disminuyen la velocidad de nuestra actividad fisiológica habitual.
Por consiguiente, uno de los primeros trabajos del musicoterapeuta es descubrir la música adecuada para cada paciente, y aplicar posteriormente las terapias oportunas. ¿Pero cuáles son las aplicaciones específicas de la musicoterapia?.
Diversas propiedades
Las técnicas de musicoterapia actúan en el campo fisiológico, alterando el ritmo cardíaco y respiratorio, así como en la tensión muscular. Asimismo, pueden provocar disminuciones en el dolor a pacientes médicos que se enfrentan a complicadas cirugías o enfermedades terminales.
En cuanto a la comunicación, permiten una mayor expresividad, logrando que la persona exponga sus problemas e inquietudes. Esto, por supuesto, favorece el desarrollo emocional y afectivo y fomenta la interrelación social, siendo en consecuencia una buena salida para el tratamiento de adictos, el mejoramiento de la autoestima y la superación de conflictos psicológico-psiquiátricos como el estrés o la depresión.
Tampoco deben obviarse las aplicaciones de la musicoterapia para agudizar la percepción auditiva y táctil e incrementar la coordinación motriz. Al permitir superar conductas negativas establecidas en la persona, también puede contribuir en la capacitación, desarrollo personal y superación de discapacidades pedagógicas.
Por último, es importante destacar que promueve el mantenimiento de la memoria y la actividad física y mental en pacientes geriátricos, conectándolos con la realidad y permitiéndoles continuar disfrutando de la vida.
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