Coaching: motivación y liderazgo en la empresa

Coaching, la educación indispensable. El coaching, o sea la tradicional capacitación, se propone como la herramienta perfecta para que ejecutivos y empleados pongan de manifiesto sus habilidades subyacentes, en especial en el terreno de la personalidad y

El coaching se ha convertido en un método muy efectivo para la formación continua en las empresas, debido principalmente a que se basa en procesos de diagnóstico, aprendizaje y evaluación aplicables en la misma rutina laboral.

Cualquier sistema de formación, tanto presencial como a distancia, requiere previamente una labor de diseño y programación por parte del formador, conforme a unos criterios preestablecidos de diagnóstico y posteriormente se trata llevar a cabo la labor formativa en sí, para terminar con la aplicación de lo aprendido en el quehacer diario.

Trasladado a la actividad de una empresa, ello implica necesariamente que el empleado a formar, deje de realizar su labor durante un lapso de tiempo más o menos prolongado, lo que con cierta frecuencia suele suponer un freno definitivo a la hora de llevar una política de formación continua adecuada que, por otra parte, se está revelando como tarea clave para la supervivencia empresarial en la actualidad.

En este sentido, el coaching se revela, por su carácter circular, como el sistema más eficaz de formación continua, con el valor añadido que aporta. Ciertamente, el hecho de que el aprendizaje se vaya retroalimentando, integrado de forma casi inocua, en las tareas diarias del empleado, constituye en sí una ventaja.

Por otro lado, hay beneficios que el coaching aporta y que sólo se perciben en una lectura mucho más profunda, ya que en una valoración desde el punto de vista puramente intelectual pueden pasar desapercibidos.

Los valores subyacentes de tipo emocional y de personalidad que se derivan de las técnicas de coaching contribuyen a un mayor nivel de satisfacción personal en el trabajador y proporcionan un beneficio difícil de cuantificar, pero de evidente incidencia en la estructura de cualquier empresa: desarrolla un mayor potencial de crecimiento en la experiencia laboral del empleado, estimula su capacidad organizativa y de liderazgo, manifiesta una mejor predisposición a la asunción de nuevos retos, ayuda al aumento de la calidad del tiempo efectivo de trabajo y potencia tanto la participación como el trabajo en equipo, entre otros.

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