El municipio madrileño de El Álamo acaba de celebrar la XII edición de su Feria Medieval.
Durante los días del puente de mayo, sus calles y plazas se han vestido de gala para recrear un paisaje, ambiente y hasta sonidos medievales. El visitante ha podido, gracias a ello, olvidar el estruendo de la urbe y la vorágine diaria retrocediendo más de cuatro siglos en el tiempo hasta una época menos estresante y, sobre todo, no tan alienante como la actual.
Demostraciones de trabajos y oficios artesanales algunos ya desaparecidos-, así como gastronomía típicamente medieval y representaciones teatrales y otras actividades al aire libre son algunos de los tesoros que han podido disfrutar cuantos se han acercado a esta población del suroeste de Madrid.
El origen de esta Feria, una de las celebraciones con más adeptos en la Comunidad de Madrid, comenzó como un mero mercadillo medieval con motivo de la celebración del día de la Comunidad el 2 de mayo-, pero que con el paso de los años, ha ido adquiriendo importancia convirtiéndose en un evento popular de primera magnitud. El año pasado fueron 50.000 las personas que visitaron El Álamo y los más de 150 puestos artesanos que conformaron la Feria. Este año, las expectativas han sido mayores y la respuesta obtenida no ha defraudado.
Artículos como zapatos artesanos de piel, las inevitables espadas y adornos de todo tipo de hierro forjado, bisutería, velas y jabones naturales de fabricación artesana, remedios caseros, hierbas medicinales... son sólo algunos de los que se pueden adquirir en el Mercado Medieval de El Álamo, por no hablar de los talleres en los que canteros, escultores de arcilla, curtidores de pieles, herreros y hasta cetreros muestran cómo eran dichos oficios, puesto que casi ninguno de ellos continúan vigentes en la actualidad.
El buen yantar tiene también su cuota de protagonismo en la Feria, a través de platos y alimentos típicamente medievales como las tortas celtas, carnes a la brasa, chocolates artesanos, licores de frutas. Además, el ambiente medieval cobra vida con la actuación continuada de juglares, trovadores, malabaristas, acróbatas y bufones que recorren el mercado, completándose con espectáculos callejeros, cuentacuentos, juegos pirotécnicos nocturnos, actuaciones musicales y conciertos. Por último, el detalle más llamativo tuvo lugar el día 2 de mayo, último día de la Feria, en el que se oficiaron bodas al más puro estilo medieval y cuyos matrimonios tienen validez oficial. Estas celebraciones contemplan, además de la lectura de los artículos preceptivos para bodas civiles, una breve representación y la lectura de textos en perfecto castellano antiguo, lo que convierte al acto en algo mágico y cautivador: una boda inolvidable, no cabe duda
No hay comentarios