Nos satisface la consideración del hombre constituido esencialmente en lo dialéctico, metafísico o filosófico; él yo perceptivo y él yo determinativo como uno solo, visto de dentro a afuera o viceversa, es el individuo como un punto dentro del universo que recibe y al mismo tiempo produce y envía.
El universo y el hombre, el macrocosmos y el microcosmos, siguiendo a Paracelso y a los médicos del antiguo oriente, el último es el hombre con una faceta adecuada y hecha expresamente para cada uno de los imnúmeros elementos del macrocosmos, eso constituye su entendimiento, y la voluntad es la respuesta que produce para cada uno de los “algos” que percibe.
Cuando lo uno es correspondiente a lo otro, cuando la voluntad produce lo que es adecuado a lo captado por el entendimiento, esto es equilibrio entre el entender y la proyección del ser; hay heurritmia y armonía entre el ser y el todo, al mismo tiempo dentro del propio ser existe bienestar, por ello la salud en el sentido más apropiado es equilibrio entre la voluntad y el entendimiento.
Si él yo más íntimo, constituido por estos elementos está equilibrado, lo estarán también por derivación las fuerzas que gobiernan las relaciones entre órganos sistemas y todas las funciones que se realizarán de acuerdo con el ritmo en el que está acomodado el individuo; ritmo que es movimiento forzoso en el tiempo y sucesión obligada en los componentes del todo universal, átomos, electrones, así como planetas, seres animados, hombres, todo en la aparente etogeneidad para el que mira sin mirar y regido por principios energéticos y sujeto al orden predeterminado para el que debe observar.
Debemos señalar que muchos son los planteamientos de autores que divergen del concepto de salud que explican la medicina ortodoxa y la asiática, nosotros partiendo de que todo es energía y las más disimiles alteraciones del mundo existencial son el reflejo del cambio en el movimiento de la misma, vemos ambas concepciones no como complemento la una de la otra, sino como la replica exacta, con palabras diferentes, siendo más explícitos queremos plantear que todos los movimientos energéticos armónicos conllevan al hombre a estar en equilibrio bioenergético con el micromundo que el constituye y el todo que constituye el macromundo, entiendace esto, ir a favor de su psiquis y de la sociedad, aportando bienestar en el acto de captar y aportar.
Finalmente salud es la paz interior que se traduce en el más cierto bienestar y que produce la verdadera disposición para amar y para ser amado.
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