Cómo aprender el carisma del líder

El carisma: Cursos para forjar líderes seductores en la primera academia de este tipo que se abre en Stuttgart (Alemania)...

A menudo solemos creer que el carisma es algo innato que o se tiene, o no se tiene. Sin embargo, esto no es del todo cierto. Algo más del 50% del conjunto de cualidades que conocemos como carisma puede aprenderse.

Quizás es uno de los mitos que miles de especialistas en la materia se empeñan en desmontar día a día: el carisma no es sólo una cualidad innata y se puede adquirir con el aprendizaje y la disciplina adecuadas. El proceso de presentación, consolidación y éxito de un líder político, especialmente en el mundo de la política, consiste precisamente en ello, y los asesores emplean años en "fabricar" al conglomerado de detalles, gestos y valores que finalmente conforman su "personaje" político.

Los últimos tiempos han visto cómo ha crecido a un ritmo alarmante la figura del "fabricante de líderes", un auténtico entrenador de la personalidad cuya función es infundir en cierto tipo de personas el carácter, hábitos y disciplina que convierten al más corriente de los mortales en un auténtico líder de masas.

Si bien no deja de ser cierto que una parte de lo que conocemos como carisma responde a una capacidad natural de determinados individuos en la forma en que son interpretados en sus gestos, ademanes y palabras por las personas con las que interrelaciona, no lo es menos que hay formas de ayudar a potenciar ese "encanto natural". La clave: el conocimiento de las cualidades de uno mismo para, potenciando las más atractivas y controlando las que suponen un handicap, conseguir sacarles el mayor provecho en las relaciones con los demás.

Errores muy comunes como hablar demasiado de uno mismo -¿quién quiere escuchar autobiografías?-, darse importancia o quitársela al otro, adquirir la posición del "maestro", hablar de temas comprometidos con alguien a quien no conocemos bien, interrumpir a nuestro interlocutor cuando habla –¿a quién le importa lo que dices?-, y algunos otros detalles son, en una simple conversación, suficiente para ganarse la animadversión de quien nos oye, ve o ambas cosas.

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