En los últimos años, los pediatras insisten constantemente en la importancia de que los bebés ingieran preferiblemente leche materna porque opera múltiples beneficios en la salud del pequeño que la leche de biberón no puede aportar.
Uno de los argumentos tradicionalmente más poderosos para apoyar la tesis de que la leche materna era mucho más beneficiosa para la salud del bebé que la leche preparada era que la primera reducía de forma clara la aparición de alergias y asma en el bebé. Sin embargo, esta creencia ha sido motivo de debate en los últimos 70 años, debido a la recurrente contradicción entre estudios que confirmaban dicha propiedad y otros que la negaban.
Finalmente, un trabajo publicado en la revista inglesa "British Medical Journal" parece zanjar esta cuestión. Sus conclusiones echan por tierra las supuestas propiedades antialérgicas de la leche materna. Dicha investigación se llevó a cabo sobre casi 14000 niños procedentes de Bielorrusia, antigua república de la extinta Unión Soviética.
El estudio consistió en dos grupos de recién nacidos a analizar, uno en el que la alimentación se circunscribía exclusivamente a la leche materna y otro en el que ésta se dejaba a elección de la madre. Pasados seis meses, las pruebas cutáneas practicadas al grupo alimentado sólo con leche materna no mostraron ningún resultado favorable respecto al otro grupo. Estas pruebas se realizaron para captar alergia al polen, a los pelos de gato, el polvo, la hierba y la "Alternaria".
No obstante, los científicos subrayan que su estudio sólo trata de aclarar la nula incidencia de la alimentación con lecha materna en la aparición o no de las alergias, lo cual no debe ser óbice para pensar que la leche del pecho materno no constituya mayor fuente de salud para el bebé que la leche del biberón. Muy al contrario, el aporte nutritivo de esta leche está fuera de toda duda y sus beneficios sobre otras facetas del sistema inmunológico, también.
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