El cerebro humano está en construcción hasta el final de la adolescencia, según varios expertos.
Según señala el pediatra estadounidense Jay Giedd, director del Instituto Nacional de Salud Mental de Bethesda (Estados Unidos), el cerebro humano está en continuo crecimiento (construcción), hasta el final de la adolescencia, aunque en esta etapa las neuronas y conexiones nerviosas no crecen sino que se van perfeccionando hasta alcanzar el raciocinio propio de la edad adulta. El investigador ha presentado los resultados de su estudio en Barcelona.
Para ello, ha analizado a más de 2.000 personas con edades comprendidas entre los 3 y los 25 años, lo que le ha permitido observar que al final de la infancia, el cerebro experimenta un aumento 'desmesurado' de neuronas y de conexiones nerviosas, que después se van reduciendo durante la adolescencia. Esta 'poda' neuronal, que culmina con el tránsito de la adolescencia a la edad adulta, se produce primero en la zona posterior del cerebro y por último en la corteza frontal, que es la que controla el razonamiento, la toma de decisiones y el control emocional.
El hallazgo desmiente la tesis que sostiene que el cerebro madura por completo entre los 8 y los 12 años y explicaría la pregunta que nos solemos hacer al preguntarnos por qué muchos adolescentes no empiezan a razonar y a comportarse como adultos hasta una edad tan avanzada, que, en ocasiones, supera los veinte años, según el investigador. Además, también ha detectado que el recorte neuronal ocurre antes en las chicas que en los chicos y en los jóvenes más inteligentes, éste se produce a edades más tempranas.
Por su parte, Ignacio Morgado, catedrático de Psicobiología de la Universidad Autónoma de Barcelona (UAB) y coordinador de las jornadas en la que Giedd ha presentado sus resultados, asegura que la forma de pensar y de procesar la información de mujeres y hombres es diferente, aunque al final el resultado es el mismo, pese a que se llegue por vías distintas. También ahonda en que las mujeres son más sensibles a lo emocional y a la amenaza, así como más comprensivas sobre las desgracias ajenas, lo que les convierte en más propensas a sufrir enfermedades de base emocional, como la ansiedad o la depresión. En cualquier caso, Morgado considera que aún queda mucho camino por descubrir en cuanto a las diferencias cerebrales entre hombres y mujeres.
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