El té tiene sus orígenes en China en torno al año 250 a.c y originariamente servía para dar sabor al agua hervida. Los portugueses lo descubrieron en la India y la trajeron a Europa a finales del siglo XV. En Japón, tomar té es todo un ritual, influido por la cultura zen y en Gran Bretaña la hora del té es inexcusable.
El té es la segunda bebida más consumida del mundo, detrás del agua. Es saludable y tiene propiedades beneficiosas, contrastadas para la salud, a pesar de que parezca que el café es el rey de estas bebidas energéticas, lo cierto es que más allá de Occidente, el té es la bebida oficial de muchos países del mundo. Entre sus variedades destaca el té verde que reduce el riesgo de enfermedades cardiovasculares, regenera las mucosas, la piel y previene la caries. Entre los tipos más conocidos se encuentra el Lung Ching, contra los nervios; el Gunpodwer y el Pi Lo Chun.
Por su parte, el té rojo es ideal para los trastornos digestivos, combate el sobrepeso y depura el organismo. Y muchos expertos señalan que al té le ocurre como al vino, mejora con los años. Igualmente, el té blanco es el gran desconocido y es altamente beneficioso para el organismo al ser bajo en teína, puesto que retarda el envejecimiento y combate la fatiga física y mental, aumenta la capacidad de concentración y la memoria. Entre sus variedades se citan el Shou Mei, el Pai Mu Tan y el Silver Needle. Por último, el té negro previene la diarrea y si se aplica sobre la piel, aplaca inflamaciones cutáneas. Algunas de sus variedades son la Assam Melody, ideal para el desayuno, y el Pu Erh Dante, con propiedades adelgazantes.
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