A veces las propias palabras nos sorprenden por su etimología y otras por su significado, ya que según se manifiesten y el entorno en el que se expresen; esto es, su contexto; pueden llegar a significar unas cosas u otras. Sea como fuere, no deja de ser una cuestión de olfato o de narices.
Una cuestión de narices podría ser que el recién nacido es reconocido y admitido por su madre, gracias al perfume o aroma que desprende, siendo rechazado "aquél que huele mal" o cuyo olor no es reconocido por su progenitora. De esta forma, el apestado no deja de ser una metáfora del malquerido: brillante juego de palabras que encierran los sentidos; en este caso, el olfato. De esta forma, lo que el cuerpo siente, no se puede disimular con palabras amables. De ahí, que el olfato se convierta en una herramienta que funciona como un sexto sentido.
Cuando decimos "algo o alguien me huele mal" es porque no tenemos clara la virginidad, pulcritud, limpieza o claridad del mensaje, objeto o persona a la que nos estamos refiriendo. Continúa siendo una cuestión de narices, de olfato. El presentimiento de no tener clara la licitud de lo observado, es una cuestión de sentidos; el olfato.
De hecho, el presentimiento se refiere a la sensación previa a la identificación del sentimiento, es decir aquello que procede y precede de las profundidades del inconsciente y se produce antes de sentir, como algo mucho más arcaico que un sentimiento ya consolidado e identificado plenamente por la conciencia.
Es, justo aquí, en nuestro subconsciente donde se encuentran los registros más primarios del ser humano. De esta forma, los aromas se convierten en una poderosa arma que nos trae a la mente, diversas emociones que al relacionarlas con nuestros sentimientos más arcaicos (sin saberlo), nos están reportando un mundo de sensaciones que son tan difíciles de explicar por nuestra conciencia pero que nuestro subconsciente comprende y explica, casi de inmediato.
En la actualidad, existe un planteamiento terapéutico a través de las flores de Bach, que si realmente tuviera la instrumentación adecuada y precisa, mediante la cual cada terapeuta tuviera la posibilidad de ir descubriendo con qué aromas cada paciente identifica su bienestar, estaríamos ante uno de los mayores hallazgos de la humanidad, en el ámbito terapéutico para tratar diversidad de dolencias.
El médico y bacteriólogo inglés Edward Bach pensaba que toda enfermedad es una especie de somatización en la que la condición mental, altera el equilibrio del cuerpo. Por lo tanto, al restaurar el equilibrio emocional se resuelve la enfermedad física. El doctor Bach llegó a la convicción de que para corregir una enfermedad física, es necesario primero transformar los problemas mentales y emocionales.
1 Comentario en "La Homeopatía de las Palabras"
me interesa mucho todo loq ue tenga que ver con crecimiento personal me parecio importante el tema muchas gracas