Hoy se entiende que alguien está en una situación de estrés cuando tiene que hacer frente a problemas ante los cuales debe actuar y no sabe como hacerlo, ni como utilizar los recursos con los que cuenta para enfrentarse a ellos. ¿Nunca se sintió en esa situación?. ¿Nunca se preguntó hacia dónde disparar?.
En principio, la respuesta de estrés la provocamos naturalmente como un modo de protegernos a nosotros mismos, por ejemplo cuando nos salimos del camino si vemos que un auto viene a alta velocidad. De esta manera, funciona positivamente como una alerta ante las situaciones.
Sin embargo, si esta condición se repite en el tiempo y nos sentimos agobiados, cansados, presionados por distintas cuestiones (trabajo, estudio, etc.) y no podemos afrontar las situaciones, estamos frente a un problema.
Ésta sensación, similar a encontrarse en medio de un laberinto sin avizorar una mínima posibilidad de salida, puede causar síntomas físicos si continúa por mucho tiempo, así como provocar respuestas negativas a los retos de la vida diaria y los cambios que enfrentamos cotidianamente.
Las consecuencias nocivas para el organismo son muchas y severas. Aquí algunas:
- Elevación de la presión sanguínea (hipertensión arterial).
- Gastritis y úlceras en el estómago y el intestino.
- Disminución de la función renal.
- Problemas del sueño.
- Cansancio.
- Alteraciones del apetito.
Ante esto, nada mejor que estar informado y saber sobre lo que estamos hablando. De lo contrario, podemos sufrir una situación de estrés y no advertirlo a tiempo, con las consecuencias negativas para nuestra salud que esto puede acarrear.
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