Onsen, balnearios de salud en Japón

Los onsen, una alternativa para escapar del frío y el bullicio. Miles de japoneses aprovechan la Navidad para escapar del bullicio de las grandes urbes y sumergirse en las aguas termales de sus populares balnearios, los onsen, una forma de relajación ...

Multitud de japoneses aprovechan la Navidad para escapar del bullicio de las grandes ciudades y sumergirse en las aguas termales de sus populares balnearios, los onsen.

Los onsen son conocidos en Japón por ser una forma de relajación milenaria que vive con el frío su mejor momento y Navidad es una época especialmente propicia para sumergirse en ellos y aprovecharse de sus propiedades beneficiosas para el organismo. Los onsen, instalados principalmente en áreas rurales, son mixtos y se encuentran al aire libre, próximos a un río, para poder mezclar el agua que proviene del interior de la tierra, que puede alcanzar los 90 grados centígrados, con las de la superficie, más gélidas.

En Japón, cuando las temperaturas comienzan a descender arranca la temporada alta en estos balnearios naturales, distribuidos por todo el país, que suman más de 3.000 establecimientos, gracias a la actividad volcánica que bulle bajo el archipiélago nipón. De hecho, tan sólo en el año 2005, los balnearios japoneses recibieron más de 136 millones de visitas, según el Ministerio de Medio Ambiente, cuando la población total de Japón era de 127 millones de personas. Sin embargo, es por estas fechas, cuando se cuelga el cartel de completo en muchos onsen.

El onsen Takaragawa, que cuenta con más de cien años de tradición, se enclava en un estrecho valle entre montañas, repartido entre las dos orillas de un riachuelo, en la provincia de Gunma, muy próximo a Tokio y recibe ahora en invierno a más de cien visitantes diarios. Así, aquellos que tienen la suerte de acudir a este balneario permanecen sumergidos en alguno de los cuatro vasos del complejo, con temperaturas de entre 40 y 70 grados centígrados, como la mejor forma de huir del estrés y afrontar el año con energías renovadas.

Al parecer, el agua que emana de las profundidades de la tierra contiene altas concentraciones de sales, metales y compuestos de azufre, entre otros elementos químicos, a los que se le atribuyen propiedades medicinales.

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