Propiedades de los alimentos funcionales

Expertos en nutrición aseguran que muchos de los efectos saludables que la publicidad atribuye a los alimentos funcionales aún no han sido demostrados ...

La aparición de los llamados alimentos funcionales, que son aquellos en los que se potencia de forma especial alguno de sus componentes naturales, hace ya tiempo supusieron un avance que, hoy en día, ha calado en nuestra dieta casi de forma inconsciente.

La elección entre la leche entera, desnatada o semidesnatada, con Omega-3 o Calcio, se ha convertido ya en algo rutinario. Pero no siempre fue así. La leche, antaño, era leche sin más. La posibilidad de potenciar algunos de sus componentes –como el calcio- o reducir su contenido en grasas supuso, además de un avance importantísimo en la búsqueda de una alimentación más saludable si cabe que la tradicional, el pistoletazo de salida en la aparición de los alimentos funcionales.

Básicamente se trata de una serie de alimentos en los que se ha conseguido, a través de arduas investigaciones científicas, potenciar o reducir, según los casos, la presencia de algunos de sus componentes para conseguir un resultante más beneficioso para la salud. Por ejemplo, se sabe que el incremento de fibra es beneficioso para prevenir el cáncer de colon; el ácido fólico es muy indicado para prevenir, durante el embarazo, la aparición de espina bífida en el bebé; el yodo previene el bocio y el hipotiroidismo; ácidos grasos poliinsaturados como los omega 3, los fitoesteroles o el ácido oleico ayudan a prevenir diversas enfermedades cardiovasculares; y así, un largo etcétera.

Lo que comenzó siendo una notoria novedad en el supermercado hace ya algunas décadas, es ahora una constante en el sector de la alimentación.

Sin embargo, no es oro todo lo que reluce. Muchas de las propiedades asociadas a algunos productos alimenticios en el mercado, anunciadas a bombo y platillo como beneficiosas para la salud y habitualmente apoyadas en nomenclaturas supuestamente científicas y difícilmente identificables no se corresponden con la realidad y son producto exclusivamente de una campaña de marketing.

Para evitar engaños y errores de apreciación –convenientemente inducidos por los anunciantes, por otra parte- resulta crucial informarse de la composición de dichos alimentos para comprobar si efectivamente compramos lo que se anuncia o lo que creemos que se anuncia.

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